miércoles, 27 de enero de 2016

Un africano amarrado en Ciudad Bolívar
Francisco Delascio Chitty
Biólogo- Botánico



Sí, en la avenida Táchira de Ciudad Bolívar a la altura de la Cámara de Comercio, encontramos a un ser viviente atado, trincado.   Pero creo que no como un acto de xenofobia, sino por desconocimiento del valor del patrimonio natural vegetal de la ciudad, por parte de un porcentaje significativo de representantes de la Administración Pública y afines a ella.   En este caso, la conducta agresiva se manifiesta no solo por sujetar con cables a sus ramas convirtiéndolo en una especie de poste eléctrico; por cercenar a dichas ramas causándole un desequilibrio en su arquitectura; sino por pintarrajear de blanco su tronco, esta última acción pictórica, en vez de beneficiar al vegetal, lo perjudica, pues al obstruirle los poros o lenticelas que se encuentran en la corteza ya no podrá realizar óptimamente el proceso de intercambio gaseoso que le permite vivir.   Tápese usted los orificios  nasales y embadúrnese el cuerpo con cualquier pintura, aceite o tinte, obturando, sellando así su piel; ¿qué le pasará? que su cuerpo  estará mas inmune, la pérdida  de humedad se afectara al igual que la del calor corporal, trastornándose la temperatura orgánica pues las glándulas sudoríparas, las encargadas de la secreción sudoral no funcionarán; amén de que fallecerá posiblemente por asfixia respiratoria.   Este agravio, similar o peor lo padecen muchos de nuestros árboles urbanos, por las devastadoras campañas de corte y poda en pro de un “servicio eléctrico de calidad”.

El baobab, es pariente de la ceiba (Ceiba pentandra) ya que pertenece a la familia botánica pantropical  de las Bombacaceae, el nombre técnico del boabab es Adansonia digitata; el término de Adansonia alude al botánico francés M. Adanson y digitata, deriva del latín “digitatus” que tiene dedos, que se asemeja a una mano abierta en alusión a sus hojas.   Dicho árbol es originario de las zonas semi-áridas del África Continental; bajo la forma de cultivo se observan ejemplares de ellos en el Atlántico Sur (Florida-USA), Mar Caribe, Pequeñas Antillas (Dominica, San Vicent, Barbados, Trinidad, Tobago) y Venezuela.  En nuestro país, es bastante escaso, sólo lo he visto por ejemplo en Jardín Botánico de Caracas (dos juveniles) y dos en el estado Bolívar, Ciudad Bolívar, uno en la avenida ya citada y el otro, espero que todavía exista, en el Jardín Botánico del Orinoco.
Es el baobab, un árbol longevo que conjuntamente con las coníferas como las secuoyas (Sequoia) de California (Norteamérica) pueden vivir en condiciones óptimas varios milenios.  Este corpulento árbol puede llegar a medir 20 m. de altura o algo mas, su tronco similar a una botella puede tener un diámetro de unos 10 m.   Las hojas son digitadas.   Sus flores vistosas, oscilan entre 10-20 cm. de diámetro, son solitarias, axilares, péndulas, con pétalos blanco-cremosos, estambres radiales purpuráceos.   El fruto es una cápsula oblonga, leñosa, cubierta de cortos y densos pelos ramificados (tomento) marrones; la cual contienen semillas reniformes (similar a un riñón) embebidas en una pulpa cremosa.
Al baobad se le conoce por sus frutos como “bolsa de Judas”, ya que debido a la presencia de sus 30 semillas, lo asocian con las 30 monedas de plata o siclos (valor de un esclavo en ese entonces) con las cuales Judas  Iscariote entregó a Jesús a los sumos sacerdotes.   También lo llaman “árbol de botella”, no solo por la apariencia de botella de su tronco, sino por la capacidad de los tejidos que lo conforman, que le permiten almacenar unos 40 mil lts. de agua y soportar extremas sequías en su país de origen; igualmente esa denominación se la dan ya que con la madurez, los troncos de algunos de ellos se ahuecan y se convierten en depósitos de agua.   Los frutos, son muy apetecidos por los simios, de ahí que el baobab se le designe como “pan de monos”; cuya pulpa es consumida también bajo la forma de jugos y dulces por los humanos, quienes además preparan ensaladas  con sus hojas y con la corteza fibrosa del tronco elaboran un papel artesanal, cordeles y tela vegetal.   De acuerdo a la mitología africana los boabad son uno de los panteones que albergan a divinidades o espíritus: Orishas, Nzambi, Ngangas del bien (Nkisi, Liboka) y del mal (Mbumba).
En Ciudad Bolívar, la presencia de este insigne árbol data del año de 1915, cuando lo siembran en el antiguo paseo de San Antonio, avenida Antonio de Mendoza, frente al cine Plaza.   El cronista de entonces Don Ándres Sifontes, dice que fue sembrado por Remigio Páez, de semillas traídas de París.  Por su parte el Dr. Paúl Von Büren, indica que fue plantado por Carlos Palazzi, aparentemente traido de la isla de Trinidad.   Para la década de los años cincuenta, el magno árbol es derribado por una fuerte tormenta.   Del árbol caído sacaron algunas estacas, las cuales fueron sembradas en diferentes lugares de la ciudad;  sólo arraigó, prendió el que está ahora en la avenida Táchira, de este, la familia Martínez-Von Büren, retiraron semillas de sus frutos que luego de germinar le donaron unas plántulas al hoy apagado Jardín Botánico del Orinoco.
¡Ojalá! que los funcionarios y empleados públicos en sus diferentes  niveles como los ciudadanos que habitan en Ciudad Bolívar, no sigan actuando con los árboles de nuestra desatendida ciudad como el protagonista  del libro “El Principito”, del escritor Antoine de Saint-Exúpery, que consideraba al baobab una mala hierba la cual había que aniquilar, destruir y arrasar.


2 comentarios:

  1. Buscando la ubicación de los Baobabs en Venezuela me encontré con su bien ilustrado y simpático artículo. Coincido con usted en que nos falta conocimiento para saber valorar los tesoros que tenemos en nuestro país. Mas y mejor educación para todos.
    Siga escribiendo, por favor. Ayúdenos a culturizarnos y a tener mayores conocimientos..

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  2. Gracias por el reportaje. Lo encontré buscando la ubicación de los Baobabs en Venezuela.
    Estoy de acuerdo con usted en querer preservar los tesoros que tenemos y desconócenos. En la educación está la clave.

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